¿Por qué a veces nos duele recordar?

A lo largo de nuestra historia, podrían surgir experiencias muy dolorosas que nos causen un daño profundo y nos hagan sentir atemorizados, solos, inhibidos y vulnerables y auqnue haya pasado el tiempo, el solo hecho de recordar nos lleva a ese mismo lugar, a ese estado que nos debilita. Puede ser un lugar que lo recrea, un olor, alguna forma de ser autoritaria de con quien nos relacionamos, no ser escuchados o tantas otras cosas que pueden resultar factores desencadenantes de estados de ansiedad o más. Y lo complejo es que si nos revisamos o nos preguntan qué nos pasa puede ser que respondamos que de la nada, sin motivos, nos sentirmos así de mal. Hacerlo conciente es parte de sanar, conocernos, entender de donde surge ese dolor que hoy en día no se entiende… porque si te duele es por algo y es importante.
¿Qué pasa con estas experiencias en extremo dolorosas?
Algunas veces estas experiencias podrían repetirse en forma prolongada en el tiempo siendo muy difíciles de sobrellevar, así como ser una experiencia vivida en forma puntual. En ambos casos nos pueden seguir afectando. Las personas podrían olvidar algunas partes o todo lo ocurrido «borrando o bloqueando» los hechos y lo que están sintiendo. Así toman distancia de su ambiente, de su experiencia física y emocional con el fin de protegerse a sí mismas y evitar sufrir.
¿Qué experiencias podrían causar tal sufrimiento?
Podrían quedar grabados recuerdos, a veces en forma confusa, de experiencias que nos han hecho daño en nuestra niñez, manifestándose en distintas etapas de la vida o en nuestro presente. Haber vivido una guerra, un accidente, una hospitalización o una lesión fisica tambien podrían ser causas de gran sufrimiento. Así mismo, un evento de la naturaleza, ser asaltado, sufrir de violencia intrafamiliar, de negligencia, abandono o exclusión, ser víctima de bullying, de torturas o de cualquier tipo de abuso o la pérdida de un ser querido o de una relación significativa. Estas experiencias tan diferentes tienen en común que podrían desencadenar estrés postraumático.
¿Es posible que queden huellas de ese trauma en el presente?
Es posible e impresiona cómo experiencias vividas en el pasado remoto o reciente, ya sean en forma puntual o repetidas en el tiempo, nos pueden seguir afectando en nuestro presente. Es como si algo del hoy reviviera las emociones experimentadas tiempo atrás tal cual ocurrieron y con la misma intensidad y dolor.
¿Podría afectar nuestro día a día?
Si, podría afectar nuestra cotidianeidad con dolores corporales, sentimientos de culpa y vergüenza, pesadillas, irritabilidad, dificultades para confiar en las personas evadiendo socializar o relacionarse en forma cercana, evitando algunos lugares, aglomeraciones de gente, compañeros de colegio, de trabajo o familiares, sintiendo miedo, ansiedad y tensión. Yendo más lejos, podría influir en nuestras creencias y en nuestro propósito vital,
Todo esto está registrado en nuestra memoria emocional como algo parecido a lo vivido, dejándonos con una sensación de peligro y deseos de querer huir. Pudiera hacernos sentir tan quebrados hasta el punto de poder deprimirnos.
En algunos casos percibir un olor, un sonido, la luz, la oscuridad, algunas palabras, personas que se irritan o suben la voz en discusiones o algo que para otros no resulta atemorizante, nos hace romper en llanto, sufrir una crisis de ansiedad o angustia, aislarnos, evitar el contacto, dejar de comunicarnos, evadir las miradas o perder la confianza y seguridad.
¿Se puede determinar quién resultó más dañado según lo que vivió?
No, esto no es posible. Cada uno vive el dolor de distintas formas, por lo que algunos pueden dar vuelta la página y otros lo llevan con ellos por años. Hay que considerar que somos todos diferentes, por lo que no se pueden hacer comparaciones. El daño puede ser similar e indistintamente nos traslada a la velocidad de la luz al momento en que experimentamos sufrimiento.
¿Y si algunos hacen juicios sobre como nos sentimos?
Las personas suelen opinionar sobre el sufrimiento de los demás, comportándose como si fuera peor o más grave lo que le ocurrió a uno con respecto a otros que también tuvieron experiencias difíciles o muy dolorosas. Y en lo social hemos aprendido que el dolor es algo que se calla, se aguanta o se supera sin ayuda, lo que es visto como una muestra de valentía y fortaleza, lo que potencia que los demás se sientan con el derecho de hacer juicios.
¿Los comentarios de la gente pueden empeorar las cosas?
Si, es algo que ocurre con frecuencia y que lamentablemente está naturalizado. Por ello es que hay que poner especial cuidado con lo que nos dice la gente, ya que esto podría hacernos sentir mucho peor. Escuchar frases como: «Si no hubieras salido a esa hora no te habría ocurrido», «Te pasó porque tú no te defendiste», «No es para tanto, no exageres», «Tu compañero tiene problemas en su casa si que hay que entenderlo», «Si no te hubieras vestido así no lo habrías provocado», «Por que fuiste para allá o a esa hora, estabas buscando que te pasara algo», «Las experiencias siempre nos enseñan algo», «Eres fuerte, tienes que superarlo» entre otras, podría generar una percepción de ser responsable de los hechos, un rechazo hacia nosotros mismos, culpabilidad, sentir que no nos comprenden o que ponen en duda la veracidad de nuestro relato.
¿Y si nos exponen una y otra vez a contar lo que hemos vivido?
Quizá lo explicaríamos para que nos crean o validen nuestras emociones, aunque causaría una revictimización, exponiéndonos a revivir los recuerdos y emociones asociados. Es por esto que las personas muchas veces no quieren hablar o recordar los hechos que les causan sufrimiento y se sienten amenazadas ante muchas preguntas o interrogatorios persistentes.
¿Cómo podríamos aliviarnos y disminuir nuestro dolor?
Podría ser un gran apoyo buscar ayuda y hacer conscientes nuestras emociones para poder verbalizarlas, lo que contribuiría a reparar en parte el daño. Un espacio terapéutico que sea un lugar seguro y en donde somos vistos por alguien que nos sostiene nos permitiría confiar y descansar de nuestro dolor. Es muy importante respetar los tiempos del consultante, si desea o no tocar ciertos temas e ir generando un vínculo que permita progresar juntos.
Psicóloga Karen Klein