¿Qué es la Frustración? Una emoción difícil de comprender, expresar y manejar.
¿Qué es la Frustración?
La frustración es una emoción compleja que todos alguna vez hemos experimentado tanto en nuestra vida personal, como en lo familiar, social y profesional. No es fácil de comprender ni tampoco de expresar con palabras, dado que se entremezclan enojo, rabia, tristeza, angustia e incluso a veces vergüenza.
¿Desde cuándo experimentamos frustración y en qué situaciones aparece?
Desde pequeños sentimos frustración por distintos motivos: por no poder tener lo que deseamos, cuando nos equivocamos y nos corrigen, si algo sale mal, o cuando no logramos conseguir un objetivo. Algunas veces se asocia al propio temperamento y otras tantas se va forjando al observar las reacciones de los adultos que nos rodean.
Hay niñ@s que experimentan mucha rabia ante la injusticia, cuando son excluídos o culpados por algo que no hicieron, al ser malinterpretados o al no ser escuchados ni tomados en serio, sobre todo cuando todo esto viene de personas a las que aman o aprecian mucho. También pueden sentir gran tristeza y enojo cuando escuchan risas a su alrededor por interpretar que se están riendo o burlando de ellos.
Puede pasar que les cueste adaptarse a ambientes muy estructurados o con muchas reglas y que además les vaya mal en el colegio, experimentando gran frustración por no comprender los contenidos de la clase o porque no les dan la palabra, lo que muchas veces se acompaña de constantes llamados de atención y molestas comparaciones por parte de familiares y profesores que los hacen sentir aburridos, inseguros e irritables.
¿Qué vive el/la niñ@ cuando siente frustración y cómo la expresa?
Esta emoción es tan intensa y desagradable que algunos chic@s intentan respirar profundo para encontrar calma mientras aprietan con fuerza sus manos, sintiendo deseos de arrojar o romper alguna cosa, cerrar fuerte la puerta o subir la escalera dando golpes con los zapatos, sin comprender mucho de lo que están experimentando y sin lograr explicarlo con palabras.
Muchas veces reaccionan a esta emoción llorando, aunque en algunas ocasiones lo hacen en silencio sin poder responder qué es lo que sienten. Otras veces demuestran su rabia gritando además de llorar, momento en el cual podrían recostarse en el suelo, cubrir su cara con las manos, mover pies y manos enérgicamente y decir palabras ofensivas como garabatos o mensajes dolorosos como «te odio» o «eres la peor mamá del mundo».
¿Cómo podemos apoyar a nuestr@s niñ@s cuando experimentan frustración?
Podría ser de gran ayuda contar con la contención emocional y apoyo de un adulto significativo para ell@s, sintiendo gran alivio cuando alguno lo defiende ante situaciones injustas o abusivas.
No obstante, l@s niñ@s necesitan vivir experiencias de frustración, ya que aunque les producen gran incomodidad, también los desafían a buscar soluciones y a aprender a esperar antes de ser atendidos o satisfechos. Así también pueden ampliar su repertorio de respuestas ante las dificultades, expresar con palabras las emociones que no les resultan agradables y aprender a pedir ayuda.
Cuando un adulto que para ell@s es importante les ofrece experiencias agradables y lúdicas, ese adulto corregula sus emociones, dando pie a que cuando el o la pequeñ@ crezca consiga autorregularse, siendo imprescindible esta mediación inicial del adulto que va construyendo un vínculo seguro. Lo que puede marcar la diferencia es que participen de actividades donde se desenvuelvan con mayor libertad, además de que puedan compartir, entregarse amor, jugar y desarrollar su creatividad.
¿Qué ocurre con la frustración cuando nos vamos haciendo adultos?
Es importante señalar que a medida que crecemos, las situaciones que pueden provocarnos frustración se vuelven cada vez más complejas, a pesar de que las reacciones emocionales sean menos visibles para los demás y que los llantos y pataletas vayan disminuyendo.
Lo que consideramos o percibimos como un fracaso es la principal fuente de nuestras frustraciones y somos nosotros quienes le damos una connotación positiva o negativa a las experiencias. Y por esto mismo, en esta sociedad en la que la competitividad y la búsqueda de la perfección son altamente valoradas, la frustración se ha vuelto una de las emociones más frecuentes.
¿Y los grandes cuándo nos sentimos frustrados?
Ya siendo mayores, suele pasar que si hacemos mucho esfuerzo y sentimos que la retribución es menor a la que merecemos, esto nos provoca gran frustración. La sensación de estar siendo tratados en forma injusta también puede conectarnos con la frustración y muchas veces nos hace cerrarnos al diálogo con otra persona. Puede surgir además cuando ponemos mucha entrega, energía e ilusión en alguna relación importante y no se cumple las expectativas que teníamos, sintiendo gran desmotivación y cansancio, pudiendo incluso aislarnos o sentirnos paralizados, quedándonos sin fuerzas y sin posibilidad de reaccionar.
Algo que resulta muy frustrante en los tiempos de pandemia que vivimos actualmente es no contar con espacios individuales para hacer lo que nos gusta, recrearnos y distraernos con nuestra gente cercana o simplemente poder salir fuera de casa a disfrutar de la naturaleza, ir a un concierto o relajarnos compartiendo con amigos.
Con los años y la experiencia que estos nos dan vamos aprendiendo de nosotros mismos y logramos distinguir que cuando nos sentimos frustrados sólo se trata de un momento momento difícil que ya pasará, pudiendo sobrellevarlo luego de un gran trabajo personal, aprendiendo así a autosostenernos. Puesto que la frustración nos acompañará a lo largo de la vida, es necesario considerar que se debe aprender a manejar, lo que no es lo mismo que controlarla. En la medida que somos conscientes de nuestras emociones y las aceptamos, nos resultará más fácil observarnos sin tanta autocrítica, observando qué actitud tomamos frente a lo que nos gatilla frustración, afrontándola en forma más sana y adaptaptativa, con tolerancia y superación que nos harán fuertes y nos facilitarán pensar de forma creativa.
Si no conseguimos nuestros objetivos no necesariamente debe considerarse como frustración, depende del significado que le demos. Si se magnifica la situación nos sentiremos muy mal, experimentando rabia, tristeza o vergüenza y desanimándonos por un momento o un largo período de tiempo. En cambio, si miramos con mayor distancia la situación, nos daremos cuenta de que existen soluciones y descubriremos qué cosas trabajar en nosotros para no darle excesiva importancia a los errores.
Es de gran ayuda analizar qué es prioritario sin intentar abarcarlo todo, fijando metas a corto plazo, paso a paso, hasta alcanzar el objetivo final. Así entenderemos que un error no implica el fin de todo, sino más bien, una muestra de que algo debe ser revisado. Por otro lado, si somos capaces de ir cumpliendo nuestras metas a corto plazo, ganaremos confianza en nosotros mismos, además de motivación y entusiasmo.
Puede resultar muy beneficioso concentrarse en lo que nos fortalece y seguir adelante, además de rodearnos de personas y experiencias valiosas, viendo el lado positivo, sin compararnos con otros, apreciando cada logro conseguido, siendo uno mismo y liberándonos de la frustración por no cumplir las expectativas de otros.

Toda la vida estaremos expuestos a sentir frustración, pues cada experiencia trae consigo la posibilidad de tener fracasos o cometer errores. Si asumimos que la frustración es una emoción más entre muchas otras y dejamos de evitarla o rechazarla, ésta se hará más familiar, más fácil de reconocer, durará menos y será de menor intensidad, pudiendo aprender de cada vivencia para así irnos superando.
Si necesitas compartir tus experiencias sobre lo que te hace sentir frustrado, te invito a que conversemos por mi Whatsapp.
Psicóloga Karen Klein