«La Depresión como marca en mi vida».

«Existen demasiadas frases que uno escucha cuando está deprimido: «sólo buscas atención», «estás loco», «es pereza», «depende de ti», «no tienes voluntad», «estás deprimido porque quieres estarlo», «todo está en tu mente», «ya se te pasará», «tú no quieres estar bien», «debes arreglarlo por tu cuenta», «no es real», «es sólo una etapa», «depende de ti»…. Desafortunadamente muchas de ellas te hacen sentir peor de lo que ya estás.
Creo que mucha gente opina sin saber o intenta imponer lo que a ella le sirvió en base a su experiencia, ignorando por completo que cada uno es totalmente diferente al otro, y lo que le sirvió a uno no tiene por qué ser válido para otra persona. Los últimos años de mi vida han estado rodeados por una sombra que no se va, una sombra que me abruma y me hace sentir perdida, no me deja en paz como una gran mancha que va nublando todo. Esa sombra clínicamente se llama depresión y para mi esa palabra significa muchas cosas: vacío, soledad, impotencia, baja autoestima, flotar y muchas otras sensaciones que quizás para otros no existen más que en mi cabeza.
Es como estar rota frente al espejo, ver que tus ojos no brillan y sentirte totalmente vacía. No es siempre estar triste, sino que muchas veces es como verte caer a lo lejos en cámara lenta sin poder hacer nada más que gritar e intentar volar, pero no, caes y caes sin nada a lo que aferrarte o que te salve de impactar con el oscuro fondo del precipicio.
Cuando fui a la psicóloga su primera pregunta fue, ¿Por qué estás aquí?, y yo quedé en blanco, me sentía perdida y no sabía ni sé cómo explicarlo, así que partí por el principio: Me autolesionaba y no sabía cómo parar. La psicóloga me obligó a contarle a mis padres y comenzamos la terapia y, aunque al principio me sentía incómoda, después de un tiempo me sirvió para comenzar a hablar, a soltarme y a expresar cómo me sentía.
Lo más importante es no sentirnos solos cuando experimentamos algunas de estas emociones, porque el peor gatillante para hacer algo extremo es la soledad: sentirse solo es demasiado peligroso. Y al hablarlo busco compañía, saber y que sepan que no están solos cuando se sienten así de mal. Yo me he sentido mal, me he sentido sola muchas veces, aunque estaba acompañada y venía a mi esa opresión en el pecho que gritaba a todo volumen que había algo en mí que estaba mal y que no funcionaba, que estaba rota, que no pertenecía, pero luego recordaba que a veces ese sentimiento es algo que más gente sentía, y aunque los dolores no sean comparables, sirve mucho saber que no estás sola.
La depresión para muchos es un mito o algo tabú, pero en realidad es algo que afecta cuerpo, mente y alma, es algo que afecta todo de tu vida y la hace dar vuelta tras vuelta. Es sentirse solo, abandonado y perdido, es estar a la deriva, aferrándose lo más que uno puede a la cordura.
La tristeza es el sentimiento más cliché cuando se habla de la depresión, escuchamos mucho “es sólo tristeza” y claro que es un sentimiento muy presente, pero no siempre se ve como en las películas: no significa que necesariamente lloremos cada noche y tomemos helado ya que muchas veces se disfraza de otras acciones.
La soledad se presentó en mi vida como algo que pululaba a mi alrededor y siempre iba conmigo a todas partes, aunque estuviese rodeada de personas. A veces parecía desaparecer al estar con mis abuelos o con algunas de mis amigas, pero cuando se hacía de noche y el ruido no existía, todos esos pensamientos volvían.
La desesperanza es como el día en que llegué a la pieza de mi mamá con los ojos llorosos y el corazón en la mano y le dije, “mamá, ya no aguanto más, me quiero morir”. Ella me miró, me abrazó y me dijo que había muchas razones por las que vivir y que mucha gente me amaba. Lo que dijo después me marcó mucho: “si no puedes vivir por ti, vive por los demás” y eso para mí fue nuevo lente que me permitió ver todo de forma muy diferente.
Cuando me iba a la ducha y miraba mi cuerpo el sentimiento que sentía era asco. Odiaba y odio los espejos por lo mismo, y no tenía que ver con que fuera alta, baja, gorda o flaca. No, era porque al ver en el espejo mi abdomen lleno de cortes que luego arderían con el agua, me odiaba. Ni siquiera era capaz de recordar cuando me había hecho tanto daño, pero odiaba haberlo hecho. Era una “salvación” que me dañaba física y psicológicamente, una tortura a la que yo misma me había sometido creyendo que sería mi cura.
Y cuando hablaba con la psicóloga muchas veces sentí rabia y me pregunté: ¿rabia a quién, si nadie te hizo nada? Exacto, eso era lo que más me enojaba, que yo me había hecho todo. Había bajado tanto mi autoestima y me había autolesionado tanto que no podía reconocerme en el espejo. No sabía quién era la chica a la que miraba, ni la más mínima idea de en quién me había convertido.
Aparece una sensación de estar flotando que nace en el fondo de tu corazón, te hace sentir fuera de tu cuerpo, como si nada de lo que pasara terminase de suceder. Estar flotando es que tus ojos no haya ápice conocido en tu reflejo y todo pase demasiado lento, tus manos hormiguean un poco y el sueño te invade. Se siente tan incómodo y extraño como para ser tú, que simplemente te vuelves un desconocido hasta que se te pasa.
Pero la culpa que me persigue me ataca cada vez que veo las cuerdas de guitarra que rodean mis brazos, ¿Cómo fui capaz de hacerme tanto daño?, aún volviendo al principio, no logro entenderlo del todo. Pero hay otra culpa más grande, ¿Cómo fui capaz de hacerle este daño a las personas que me quieren?, porque bueno, mi lema personal siempre ha sido “primero los otros y después tú” y dentro de todo me funciona, pero, cada vez que veo mis brazos y pienso en lo que le duele a mi madre verme así, me odio más y más.
La depresión y todo lo que acarrea aterra, ir al psicólogo aterra y, si lo piensas, vivir aterra. Pero, así como las culpas, hay miedos que no deberían existir. Recuerdo que hace tiempo le tenía pánico al ¿Qué pensarán los demás? y por pánico me perdí muchas cosas. Recuerdo que los primeros meses de ir a terapia lo oculte de todos excepto mi mejor amigo y siempre mentía sobre donde iba a estar el miércoles a las tres. Y miren la ridiculez que voy a decir: no lo contaba porque no quería que pensaran que estaba LOCA, tan atemorizada por los mitos acerca de ir a terapia que no era capaz de admitir que necesitaba ayuda, y que eso estaba bien.
Es raro, pero muchas veces luego del miedo viene la confianza que es lanzarse a la piscina haya agua o no: si hay agua se nada, si no hay agua uno se cae y se levanta. Mi mayor acto de valentía y confianza fue publicar mi primer poema en Instagram, quizás les parezca poco, incluso torpe, pero para mí fue un gran salto porque ahí nació un poco de confianza en mi interior. Esa fue la primera vez que dije, “esta soy yo y al que le guste buena suerte y al que no le guste, qué pena”.
Muchas veces estoy triste, pero también soy feliz. Me río y sonrío, aun cuando me siento sola a veces porque sé que es momentáneo, sé que miles de sentimientos siempre van a estar orbitando a mi alrededor, algunos con nombre y otros sin nombre, pero están, y seguirán estando. La alegría te permite aprender a sobrellevarlos, porque al final del día siempre habrá algo que te saque una pequeña sonrisa y que llene tu corazón, un te quiero, un abrazo, una victoria o un ejercicio, siempre siempre hay un motivo por el que ser feliz.
La gratitud es un sentimiento que a pesar de todo está. Gratitud a uno mismo, a los otros, a la psicología y al mundo. Si, suena torpe y cursi, pero es verdad. No tengo que explayarme mucho en esta emoción porque siempre hay algo pequeño que agradecer y eso ayuda mucho a distraerse de los pensamientos negativos».
Petit Ecrivainn
Este artículo fue escrito por una adolescente y retrata lo que puede sentir una joven con depresión. Los prejuicios que existen ante sus síntomas, que los demás piensen que depende de su voluntad salir adelante, no saber qué hacer cuando tenemos un hijo deprimido o sentir gran frustración cuando hay recaídas durante el tratamiento son cosas difíciles de descifrar. Además de apoyar a la persona desde nuestros afectos, muchas veces es importante buscar psicoterapia y consolidar una red de apoyo que involucre su lugar de estudio o trabajo, su familia extensa, sus amigos, su pareja y distintos profesionales de la salud mental que trabajen en forma conjunta. Si estás en busca de ayuda, me puedes contactar en mi Whatsapp
Psicóloga Karen Klein